Y en ese momento en que se sentó en frente mío después de ese breve tiempo que nos alejó, lo observé. Fue en ese instante en el que caí en situación: ya no podía acomodarle el cabello, ya no podía tocarle las manos. Y moría por hacerlo, quería tocar su piel y que entre a mí a través de todos mis sentidos.
Estaba en frente mío y lo extrañaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario